domingo, 22 de junio de 2014

Familia numerosa: paternidad y maternidad responsable



Hoy en día está mal visto tener una familia numerosa. Se apela a la superpoblación de la tierra, a la necesidad de educar adecuadamente a los hijos, etc. Todas estas son razones coyunturales, y no se quiere ir al núcleo del problema que es la visión que se tiene del hombre, pura materia, sin apertura a lo trascendente, a lo espiritual -al mundo invisible, que decía Newman-. Con estas bases la familia y los hijos pueden ser tratados con criterios utilitaristas, como los que se tienen en una granja de animales. La producción de hijos depende de las necesidades de los padres, de las modas, de la situación social, etc.
Pero hay otro modo de ver al hombre, criatura hecha a imagen y semejanza de Dios, abierto a los trascendente. El hombre no ha aparecido en este mundo por una casualidad, sino por un querer positivo de Dios, que le ha dado un alma inmortal, y está pendiente de todas sus necesidades. Sin esta apertura a lo sobrenatural, a la aceptación de que no somos autosuficentes, es difícil defender a la familia numerosa, y a la paternidad responsable. Dios es el que cuida de las familias, y de un modo especial de las familias numerosas.
Con una ligereza digna de mejor causa, se dice que la iglesia ha cambiado su criterio respecto a la paternidad y la maternidad. Desde el comienzo la iglesia no ha hecho otra cosa que cambiar, de reformarse en muchos aspectos, pero nunca en su moral. Decir que la iglesia cambia en su doctrina, es tan absurdo como admitir un circulo cuadrado. La moral de la iglesia no es una construcción humana, fruto de un trabajo intelectual, sino doctrina recibida de Dios a través de la revelación. La iglesia debe transmitir estas verdades a cada generación, y esta labor pedagógica si que es una obra humana.
El último gran acontecimiento de la vida de la iglesia fue el concilio vaticano II, convocado por el querido Papa Juan XXIII. En uno de los documentos de esta asamblea, concretamente en la constitución Gaudium et Spes se dice: "...son dignos de mención muy especial los esposos que de común acuerdo, bien ponderado, aceptan con magnanimidad una prole más numerosa para educarla dignamente...". Es decir, la Iglesia como siempre elogia la familia numerosa, como una prueba de la generosidad de los padres.




Por otra parte,  la Sagrada Escritura y la práctica tradicional de la Iglesia ven en las familias numerosas un signo de la bendición divina, de una especial predilección de Dios. En el lenguaje popular se suele decir que cada hijo viene al mundo con un pan debajo del brazo, es decir, que Dios no abandona a su suerte a los padres que viven su matrimonio con fe en la providencia divina.
Publicado en El Mundo-El Día de Baleares el 18 de julio de 2014

sábado, 7 de junio de 2014

Bautizo, confirmación y primera comunión de Catlin Goldman





El sábado, 14 de mayo de 2014, bauticé a Catlin Goldman, una chica inglesa de 14 años. Asistieron sus padres Alan y Zara, su abuelo paterno, su abuela materna Olivia, sus padrinos, y todas las de su curso de 2º de la ESO, del colegio Aixa.
Catlin llegó al colegio hace dos años, y desde el primer momento me llamó la atención su inquietud religiosa. Venía al oratorio, asistía a Misa, y manifestó su deseo de recibir el bautismo. Comenzamos la catequesis, y habló con sus padres de sus deseos. Los padres tenían sus prevenciones -ninguno de los dos es católico-, y querían que la decisión de su hija fuese bien fundamentada. Su padre es ingeniero naval, y trabaja en un yate de 90 m. de eslora, con una tripulación de 20 personas. Con frecuencia está fuera de Mallorca, viajando por todo el mundo.
Después de varias conversaciones con sus padres, dieron su aprobación, y fijamos la ceremonia para el 14 de mayo La ceremonia fue en el oratorio del colegio Aixa, con permiso de la diócesis, y quedando registrada en los libros de la parroquia vecina. Los padrinos fueron un matrimonio amigo de la familia: Rodrigo y Carmen.
La familia nos invitó a tomar el lunch en su casa del Toro, que habían preparado su madre, su abuela y su tia. Al acabar la comida su abuelo, que había venido de Inglaterra, le regaló una biblia que su mujer había conservado toda su vida. Leyó una carta que le había escrito a su mujer el vicario anglicano de su parroquia, el día de su confirmación. Fue muy emocionante.